La Fondation Louis Vuitton presenta una importante retrospectiva de Mark Rothko desde el 18 de octubre


La Fondation Louis Vuitton está presentando la primera retrospectiva en Francia desde finales de los años 90 dedicada al artista nacido en Rusia y naturalizado estadounidense Mark Rothko. Abierta desde el 18 de octubre, la exposición reúne 115 obras que repasan la carrera completa del artista, desde sus primeras pinturas figurativas hasta las obras abstractas por las cuales es más conocido hoy en día.
“Me convertí en pintor porque quería elevar la pintura al nivel de conmovedora de la música y la poesía.” Las palabras de Mark Rothko reflejan la manera en que su obra expresa la condición humana, emociones humanas intensas y fundamentales que hacen que sus pinturas sean atemporales y más relevantes que nunca hoy en día. Articulando su propio nuevo lenguaje, sus creaciones evocan una luminosidad que emana del interior, en lugar de la luz del mundo. La visión de Rothko era comunicar las emociones humanas básicas a través del arte abstracto.
Después de graduarse de la prestigiosa Universidad de Yale, conoció al artista estadounidense Milton Avery y comenzó a pintar figuras humanas en una ciudad de Nueva York azotada por el conflicto social a raíz de la crisis financiera de 1929. Insatisfecho con este rendimiento, se trasladó a la pintura abstracta.
La exposición sigue la cronología de la vida de Mark Rothko, comenzando con escenas íntimas y paisajes urbanos de los años 30 antes de su transición a expresiones de la dimensión trágica de la condición humana durante la Segunda Guerra Mundial, inspiradas en mitos antiguos y surrealismo.
La retrospectiva explora luego sus trabajos Multi-forma de la posguerra, seguidos por sus pinturas “clásicas”, donde las formas rectangulares se superponen según un ritmo binario o ternario, caracterizado por tonos de amarillo, rojo, ocre, naranja, junto con azul y blanco. También se destacan varias obras excepcionales en la carrera de Rothko, notablemente la serie de pinturas que donó a la Tate Gallery en 1969, diferenciadas por sus profundos tonos rojos.
Su trabajo de los años 60 está representado en pinturas de la primera “Sala Rothko” en la Colección Philips, así como obras de la primera gran retrospectiva, una exposición acogida por prestigiosos museos de arte moderno de todo el mundo, incluido el MoMA en Nueva York.
La exposición presenta así la evolución y la tensión de la búsqueda creativa de Rothko, tanto en su elección de colores como en la construcción de pinturas que hacen que su obra sea tan diversificada. Su cuestionamiento permanente y deseo de diálogo sin palabras con el espectador, junto con su rechazo a ser visto como un “colorista”, invitan a una nueva interpretación de su trabajo multifacético gracias a esta retrospectiva.
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