En su debut como Director Creativo de todas las colecciones de Dior, Jonathan Anderson descodifica el lenguaje de la Maison para recodificarlo

Para su debut como Director Creativo de todas las colecciones de Dior, Jonathan Anderson descodificó el lenguaje de la Casa para recodificarlo.

Inspirado en las Beaux-Arts, el escenario sobrio y elegante recreaba la Gemäldegalerie de Berlín, exhibiendo dos obras maestras de Chardin: Le Panier de fraises del Louvre y Un vase de fleurs, prestado por las Galerías Nacionales de Escocia.

Como en un museo, donde obras del pasado dialogan con lo cotidiano, este espacio invita a reinterpretar los archivos en el presente. La alegría del arte de vestir se expresa en prendas que trascienden el tiempo:

• La chaqueta Bar en tweed Donegal realza la cintura.

• Los vestidos Delft, Caprice y La Cigale se actualizan, recontextualizando la colección.

• Los shorts cargo llevan plisados, mientras el denim fluye grácilmente alrededor de las piernas.

Tailcoats contemporáneos y chalecos del siglo XVIII-XIX difuminan los límites entre día y noche.
Los knits florales, bordados delicados y los charms Diorette evocan una estética rococó —homenaje a la pasión de Monsieur Dior por esa época—.
Capes largos potencian el efecto teatral; pajaritas, estolas y corbatas a rayas se anudan en el cuello.

Los pantalones boxer y zapatos mules reinventan la indumentaria de interior para exteriores. El Dior Book Tote portado al hombro luce fundas de libros, incluido Bonjour Tristesse de Françoise Sagan. El Lady Dior es reinterpretado por la artista textil Sheila Hicks con un nido de coletas lineales.

La fresca esencia Dior invita a la reinvención espontánea: una oda a la imaginación.